miércoles, 22 de agosto de 2012


Al final de los días estará firme

En estos momentos cientos de niños desfilan por las calles de esta ciudad de Requena. Como en una procesión sin santo, con la misma solemnidad, marcando el paso, con la vista en el frente, como si fuera lo único que van hacer en su vida, recorren las calles preparando el ciento siete aniversario de la fundación de la ciudad que les vio nacer. Los alumnos de infantil intentan seguir otro ritmo, otra música, sus profes, a esta edad tan temprana, les enseñan a mover sus hombros y a seguir el ritmo de la fiesta. En las noches los concursos, de danzas, de misses, se suceden. La plaza, en torno a la imagen del Padre Agustín López con su barca tripulada por dos nativos, se llena de puestos en los que comprar el pincho de chancho, el choclo, la chaufa… Decenas de puestecitos llaman la atención con sus luces de colores, el láser, las gorras y mil cachivaches más intentan llamar la atención a quienes no le falta curiosidad sino recursos. Incluso un espacio tecno, con luces de diseño y licores caros, tiene cabida en esta fiesta de Requena. Naturalmente los únicos que pueblan este último espacio son nuestros compatriotas, veterinarios que han venido a realizar una campaña de vacunación y prevención de enfermedades en animales domésticos, especialmente perros.

Poco a poco los días llegan a su fin. Entramos tímidamente, y quizás también salgamos así, pero hemos podido acceder al corazón de una sociedad y de su Iglesia. Hemos compartido sus gozos, sus esperanzas y también sus sombras. Tanto en Jenaro como en Requena hemos tenido contacto con una juventud que sueña una realidad distinta, que quizás no sepa cómo trabajar por ella, una población que sufre el abandono y la enfermedad más elemental. Una porción del mundo que parece olvidada de casi todos, pero que es acompañada en su caminar únicamente por la Iglesia, de esto somos testigos.

Ciertamente no importa mucho, a los ojos del mundo, la realidad de estas personas. Parecieran ser los prisioneros de un estado que negocia, sin que trascienda al conocimiento de los sencillos, con los recursos de la tierra, con su madera, con su petróleo, con su gas… y que conviene tener entretenidos con la aywasa, con el trago, con la droga, con la incultura de la que se intenta que no salgan, con el sexo, con lo que sea, de tal forma que no se despierten y molesten el expolio. Si acaso se recuerda, de manera totalmente improcedente por la historia de esta ciudad (fundada por los franciscanos españoles), la estancia de los españoles en las tierras peruanas y sus fechorías, para que no abran los ojos y vean que ahora están planeando de manera más sofisticada, más terrible, levantar el suelo en el que pisan. Si primero los incas (no llegaron a estas tierras), que si los extranjeros, ya los caucheros, y ahora de nuevo Saturno devorando a sus hijos.

Como en la misma lucha del Apocalipsis también está el otro lado el que vence en la derrota y la debacle, aunque parezca maniqueo o simplista, los que trabajan y se entregan sin denuedo por los olvidados, los pequeños. Y damos fe, que no hay grandes organismos internacionales, ni grandes cooperantes que vengan corriendo a la soflama de cualquier catástrofe, aquí basta con el río. Hay una presencia, de la que hemos venido dando cuenta en este blog, por la que nosotros estamos aquí y ésta es la Iglesia.

Fue la Iglesia, de manos de los franciscanos P. Agustín y P. Giner, quienes fundaron y promovieron la creación de Requena, de su colegio. Con el enfrentamiento de los propietarios de estas tierras por entonces, los Mafaldos, y los Rochas y tantos otros. Actualmente también sigue aquí con los nombres que ya hemos mencionado, con las franciscanas misioneras de María (la primera congregación femenina en aparecer por el Amazonas), las terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, los Hermanos de la Salle, Terciarias franciscanas del Rebaño de María (en Jenaro Herrera) y su Pastor, el Obispo quienes a día de hoy hacen posible la Requena, el Loreto, de hoy.

Un capítulo propio merecería la figura del Obispo, pero su presencia también se ha notado a lo largo de este blog. No habría Vicariato sin su figura. El grupo de Jenaro tenía la intención de venir a Requena sólo por conocer al Obispo, pero no va a poder ser por cuestiones logísticas. Reseñar aquí su sencillez y cercanía, quizás lo primero que salta a la vista en el trato con una persona. Delgado, de piel tostada por el sol que tan generoso es por estas tierras, con el pelo blanco, lo que remite más al peso que lleva en el pastoreo de este Vicariato que a su edad, serio a la par que cordial. De una capacidad de trabajo impresionante, con una visión del corazón, de la persona y del Vicariato, muy fina; de actividad incesante, profundamente creyente. Igual le puedes encontrar barriendo la Iglesia, rezando, acogiendo a un necesitado, dando clase de teología, preparando para el bautismo, en una reunión con profesores, reunido con el director del Cepro, visitando cualquier colegio, buscando comida para tal o cual centro, contestando un correo, buscando una partida de bautismo, en la Misión Franciscana, en el mercado, en su vespino o en la lancha…

Ha cuidado de nosotros tan bien como lo hace con sus feligreses, con un amor y una discreción absoluta. Nos ha enseñado mucho más de lo que nos ha hablado, ha sido un ejemplo vivo, no necesitábamos oírle para saber que nos estaba hablando. Al final de los días hemos comprendido sus palabras de inicio, que nos abrían a la realidad a la que veníamos a servir. Nos avisó de las necesidades y carencias de estas gentes, nos pidió que amásemos a todos sin excepción, que acogiésemos a todos, que llegáramos a todos pero que no particularizásemos con nadie, que no nos quedásemos atrapados a más a más en ninguno. Que nuestra entrega fuera universal, concreta pero no particular o cerrada. Lo hemos comprendido y amado en él y nos ha servido a nosotros.

Estas palabras no responden a una gratitud personal o del grupo, la incluyen pero las trasciende con mucho. No es solamente un agradecimiento por su acogida y sus continuas atenciones, no, quiere ser mucho más. Intenta recoger la gratitud de nuestras familias, de nuestros conocidos, de nuestra Diócesis toda, de todos los hombres de buena voluntad, por esa fidelidad y presencia en esta tierra recóndita y olvidada en la que es palabra y eco del amor mismo de Dios, y de la salvación, de la que la Iglesia es puerta. Nos atreveríamos a decir (si pudiéramos) que quiere ser el agradecimiento de sus propios feligreses, los que quizás nunca se hayan planteado que sería Requena sin su Obispo, sin su Iglesia, de los que no se hayan parado a pensar nunca que su sola presencia es una puerta abierta a la esperanza, por la que Dios mismo se hace presente con su promesa de llenar su vida de plenitud y gracia. Gracias a él, la Iglesia de esta tierra tiene un rostro franciscano, sencillo, fraterno, por el que hacemos nuestras las alabanzas al Dios Altísimo del propio San Francisco y seguimos recitando, orando, Omnipotente, Altísimo, Buen Señor tuyas son las alabanzas la gloria y toda bendición.

Nuestro paso por aquí ha sido una lección misma de Dios cuando creíamos que veníamos a enseñar vemos todo lo que hemos aprendido, cuando creíamos que éramos los valientes y generosos por dedicar unos días de nuestra vida a la misión, nos encontramos con que la misión es la vida de los que hemos conocido en unos días; si nos creíamos fieles vemos nuestra escualidez frente a quien resiste cada creciente del río y de la vida; en nuestra generosidad nos vemos regalados, en nuestros conocimientos desbordados por el silencio de la selva que desbarata la opulencia de los fuertes, si creemos que damos algo nos encontramos con quien lo ha dado todo, si creemos que tenemos poco conocemos a quien no tiene nada y aún te regala su sonrisa y su abrazo; si nos ronda en la cabeza lo poco que hemos hecho nos encontramos con quien nos agradece nuestra sola presencia. Si creemos que rezar no lo es todo, escuchamos el eco sonoro de nuestra estancia en el templo, si dudamos de la Providencia, nos sentimos cuidados y reconfortados.

Muchas cosas nos quedan por decir de esta tierra y de sus gentes, no pretendemos contarlo todo. También nuestras experiencias son muchas, quizás haya momentos para compartirlas. Lo más hermoso es lo que Dios ha hecho en nuestras propias vidas, aunque no podamos ponerle nombre de inmediato, pero sin duda (como recogía la evaluación de nuestra estancia aquí) la experiencia ha superado con mucho las expectativas que traíamos. También los de Jenaro han tenido una experiencia intensa, hermosa, de plenitud y entrega. Ahora nos queda la llamada a la fidelidad debida a la gratuidad de Dios y de su Iglesia que con tanta nitidez nos ha hablado, con nuestro compromiso orante y misionero. Si lees esto y te preguntas qué puedes hacer la web de hesed Perú pueda ayudarte.

Ahora nos toca alzar la tienda, l vuelo rumbo a Lima, rumbo a casa, pero de esto ya hablaremos. Nos quedamos con las preguntas de los mayores: -¿cua-a-ando vuelven?; o las expresiones de los pequeños y jóvenes que te abrazan, y te piden –no seeee vayan, dicho con la misma pena como si se marchara la opción misma de tener una vida nueva.

Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Caminemos a la luz del Señor

 

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