miércoles, 8 de agosto de 2012

Formar buenos cristianos y honrados ciudadanos (S. Juan Bosco)
Con cierta responsabilidad nos acostamos bastante pronto ya que al día siguiente tenemos tareas que cumplir. Nos gustaría salir o charlar más pero el grupo está concienciado de que es lo verdaderamente importante y porqué estamos aquí.
Nada más despertar, con el sonido de un motocarro o de un niño llorando, con una lagartija en el baño, a eso de las seis, nos disponemos a rezar. Hoy ha sido un día especial ya que ha sido el cumple de nuestro compañero Nacho; él es como nuestra  misión: sencillo, humilde, noble y que lo abarca todo. Después de rezar y compartir laudes, cada uno comienza el día, ya puestos en manos de Dios.  A las siete y media estamos  en los respectivos centros. Las circunstancias no ayudan, el calor y la humedad, pero ponemos  toda nuestra ilusión y esfuerzo en llevarlo a cabo. A veces contenemos las lágrimas y nos emocionamos ante las muestras de cariño de los pacientes y alumnos, ante sus llamadas de atención. Muchos niños y jóvenes están abandonados por sus padres, viven con sus abuelos, subsisten gracias a ellos. Tienen heridas e incluso nos cuentan los profes que la única comida que toman durante todo el día es el bollo que le proporciona el cole. Aun así se afanan por aprender por crecer; son educados, saludan a la entrada del profesor y extremadamente cariñosos regalan lo que no tienen y te premian continuamente con su sonrisa. Hasta el punto de no dejarnos descansar, conocen donde esta nuestra casa, y nos visitan hasta en casa.
Después de comer, siempre pollo con arroz, llega el momento s de la sobremesa en la que compartimos experiencias, canciones y sueño. Flor de Punga nos ha dejado sin agua a base de lavarse dos y tres  veces al día, de lavar las sábanas, las cortinas, la ropa sucia, las zapatillas, ahora si no llueve tendremos  serios problemas con el agua en el baño y en la limpieza, si llueve pronto todo se arreglará.
Por la tarde  compartimos con un grupo de jóvenes sus experiencias, canciones y les invitamos a que compartan con nosotros el rosario y la eucaristía que es la actividad central de nuestro día.
Quizás no tienen tantos medios en las clases ni tantas medicinas, no tienen aguas en las casas, sus casas de madera, que levantan si el rio las inunda. Es posible que solo coman una vez al día, pero muchos de ellos no dejan de sonreír y parece que el día de mañana podrán ser  buenos cristianos y honrados ciudadanos.  Que también nosotros pongamos nuestro granito de arena para que entre todos lo hagamos posible.
Miguel Aangel M.T

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