martes, 21 de agosto de 2012

Una experiencia misionera desde la salud
Campaña de Solidaridad 2012 “Rostros que cuestionan: ancianos abandonados y niños enfermos”  He visto esos rostros, he conocido sus nombres…
Para poder definir la salud en Requena hay que ponerse en contexto, por ejemplo, para sacar adelante un Proyecto existen numerosas trabas del tipo:  escasez de recursos económicos, falta de compromiso personal, desidia por parte de la familia de los pacientes, desconocimiento, remedios naturales mal empleados… y cuando quieres hacer algo, a veces ya es demasiado tarde. En ocasiones, resulta desalentador ver la necesidad de una solvente infraestructura sanitaria, no solo por los niños y los ancianos, sino también por lo descuidados que viven los adultos.
La salud que tanto se exige en España, aquí va por detrás de todo, principalmente del trabajo, de hecho, solo se acude al doctor en el momento en que la enfermedad te impida trabajar; mientras, recurres a remedios caseros o simplemente tratas de ignorarlo.
A lo largo de estos días he tenido la gracia de encontrarme con gente cuya experiencia me ha permitido vislumbrar el entramado sanitario trazado en esta ciudad.
Betty, una mujer de 34 años, ha estado embarazada en diez ocasiones, cinco de ellos han salido adelante, pero el último lo perdió hace apenas una semana… Vive con la familia en una balsa en la playa que tiene que mover ella sola, y cree que el esfuerzo haya sido el que ocasionase la pérdida de su hijo. Tienen que practicarla un legrado y, ahora mismo su marido está río arriba buscado alimento, su hijo mayor buscándose la vida en algún caserío, su hija de 17 años embarazada camino de Iquitos y solo le quedan en su casa sus hijos de 10, 4 y 2 años y una niña de 13 años que le regalaron cuando contaba con apenas 15 días de vida. Es una buena mujer, pero en uno de los peores momentos de su vida, está sola.
Eleodoro y Grimanesa, son un matrimonio de 100 y 92 años respectivamente, que viven en una casa que se mantiene en pie porque Dios quiere… Pared con pared, vive una de sus hijas que tuvo poleo y está impedida desde entonces, su hija de 13 años es quien tiene que encargarse de bañar al abuelo, hacer la comida para toda la casa… y no puede. Así que Grimanesa  se encarga de ir al mercado todas las mañanas (¡dos kilómetros bajo este sol!) y cuidar a su marido. Ahora se está quedando ciega. “¿Quién se encargará de nosotros ahora?” nos decía.
Max es un niño de 10 años, nació parapléjico y sus padres al verlo se desentendieron de él. Vive con su abuela en una casa en condiciones mejorables, pasando la mayor parte del tiempo postrado sobre una cama hecha de listones de madera, mientras su abuela va al mercado a vender pescado. Muestra síntomas de desnutrición, pesa cerca de 19 kilos, y su salud dista mucho de ser buena, además precisa un cambio en sus medidas higiénicas.
Todas estas historias tienen también su lado bueno… Dios no se olvida de sus hijos.
Desde el Vicariato, con el Hermano Juan al frente, existen numerosas acciones para tratar de solventar todas estas situaciones. Gente como Enith en Caritas, Merita en el Policlínico o Maritza a cargo del CEBE, hacen posible que estas personas no pierdan la esperanza. Su labor aquí, con ellos, es encomiable.
Suli es una niña de 9 años que cursa sus estudios en el PALP, hace dos meses tuvo una caída que le provocó una fractura del radio y por falta de dinero y miedo, le vendaron mal el brazo y soldó. Tuvo la suerte de coincidir con uno de los profesores españoles, que enseguida lo puso en conocimiento del Policlínico y, a través de Merita y la infraestructura que tiene Caritas tanto en Requena como en Iquitos, Suli entró en contacto con un traumatólogo. En menos de quince días ya le habían intervenido y estaba de vuelta en Requena.
Este es un ejemplo del mucho bien que realiza el Vicariato en Requena. De hecho, también han intervenido de una manera u otra en todas las historias que narré anteriormente…
Betty fue derivada a un centro especializado y acompañada en todo momento durante el proceso quirúrgico, Eleodoro y Grimanesa están siendo atendidos de forma periódica por Merita y los técnicos del Policlínico a través del Proyecto financiado por Caritas: Atención al Adulto Mayor, y Max acude todas las mañanas al CEBE, centro dirigido por Maritza, donde se le baña, se le da alimento y medicinas, y se le da mucho cariño.
Durante estas últimas semanas que he pasado con ellos, me he sentido parte integrante del grupo, desde el primer momento participé de las actividades diarias. Primero en la oración de las ocho de la mañana y después a lo largo de todo el día viviendo en primera persona la realidad de los requeninos. ¡Qué vidas más distintas a las que yo había conocido, y sin embargo, cuánta sencillez, humildad y bien he conocido!
Quizás no sepa qué recalcar de mi experiencia en estos días, pero me quedo con la sonrisa de Max, el abrazo de Grimanesa, la sencillez de Betty, cuando Clemencia me abrió la puerta de su casa…
María Pérez Esteban

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