domingo, 12 de agosto de 2012

 Lo que no se da se pierde

Encuentro grupo Verano Misionero.
Este pasado viernes 10 de Agosto, fiesta de San Lorenzo, a las 13.00 H. tomamos la lancha camino de Jenaro Herrera. A penas tres horas de trayecto, más una hora de espera en la playa, nos unieron con nuestro destino. El trayecto ya era toda una inmersión en la cultura e idiosincrasia del país. El colorido del puerto, las mercancías que suben y bajan, los animales con sus graznidos, las hamacas colgantes, las diversas indumentarias, las ofertas de todo tipo de productos… y todo simultáneamente en el espacio y el tiempo. Unas gotas de lluvias parece que abrieron nuestro horizonte a la esperanza pues la falta de agua corriente aflige el ánimo del grupo, especialmente el de las chicas, que no parecen muy cómodas con recoger el agua que está a solo unos metros de nuestras habitaciones con los baldes. Quizás tanta comodidad nos haya hecho demasiado débiles y con pocos recursos para sobrevivir en la adversidad. Entre sueños, esperanzas y paseos llegamos a Jenaro Herrera. La grandiosidad del Ucayali nos impresiona una vez más.
A lo lejos podemos ver agitarse unos brazos, tras los movimientos podemos apreciar unos rostros conocidos y unos hábitos que reflejan hogar. El barco, hábilmente conducido, se acerca a lo que un día fue un puerto, los niños vuelven a subir antes que haya anclado, con sus quesos y demás mercancías, tras una especie de tabla y como pudimos saltamos a tierra. Allí estaban nuestro amigos esperándonos, con tanta alegría como incredulidad de volvernos a ver todos juntos subimos hacia la casa parroquial y la casa de las  hermanas del rebaño de María. El afecto era tan visible como sincero. Asombrado recorrimos el lodo reciente por las lluvias que nos habían precedido. En un espacio abierto, verde y húmedo, se sitúa la parroquia y su complejo. Entramos en casa de las hermanas, el orden, la belleza, la limpieza forman un conjunto armónico y abierto donde somos acogidos y alojados.
Allí la Hna. María nos remite directamente a la Escritura. Nada más saludarla somos plenamente consciente que estamos ante una mujer fuerte, una mujer tan grande como lo fueron las santas mujeres cuya vida nos cuenta la Sagrada Escritura; nos atreveríamos a decir comparable a Rut, Noemí, incluso a Sara. La bondad, exenta de mojigatería, la fe profunda, la amplitud de criterios, la finura de alma te cautivan con solo verla sonreír tímidamente como bendice la mesa, como lleva la catequesis de los jóvenes, con la discreción en el servicio. Cuentan cómo conoce la vida de los ciento treinta niños del comedor social que ellas llevan, hecho de trocitos de generosidad de todo el mundo; sabe el nombre de los chicos, el de sus madres y lo que resulta difícil incluso para los chicos mismos, también el de sus padres. El compartir con ella unas simples vísperas merece un viaje a Jenaro Herrera. Le acompañan en esa comunidad singular la Hna. Pilar, de Ubrique ella, buena piel siempre, lleva veinticinco años en la misión, y otros muchos más en Perú. La Hna. Estela, de Kenia, que habla un español con acento andaluz y con una gracia y claridad de alma que traspasa el alma. También estaba Yolanda, tímida, discreta y alegre.  Esta comunidad, más allá de sus dificultades y su desgaste, es un centro de humanidad pura y de evangelio vivo en el corazón de la selva.
Con este potencial humano único es comprensible que nuestros compañeros estén rozando el cielo, bastaba con la comunidad.  Las hermanas maestras de entrega y de evangelio han guiado y acompañado en las diversas actividades a nuestro grupo. Intercambiamos impresiones varias, Lorenzo Saavedra, el sacerdote, está con los jóvenes de  la JOC. Su alegría, su amor a Jesucristo y su capacidad de entrega ha impresionado vivamente en el pueblo de Jenaro, en el ánimo de las Hermanas y también en el ánimo de Hna. Estela, que comparte tarea en la pastoral con los jóvenes. En su habitual transparencia pregunta: -Padre, ¿qué podemos hacer para que el Padre Lorenzo se quede más tiempo con nosotros? –Rezar, pedírselo a Dios que lo ha traído hasta aquí. -¿Sólo eso podemos hacer?
A eso de las 18.30 H. viene la luz al pueblo, aprovechamos este tiempo para celebrar una hora santa con los jóvenes, para cenar, y para dejarlo todo a punto para ir a dormir. Unos juegos con los chicos y nos vamos pronto a dormir, aprovechando el agua corriente de las hermanas para tomar antes una ducha regeneradora.
A las seis y media de la mañana rezamos laudes con las hermanas, como todos los días, desayunamos  (como si estuviésemos en casa) y conducidos por Juan Carlos, catequista de la Parroquia nos internamos en un centro de Estudio de la Selva Amazónica. Cuatro horas de conocer in situ, y por primera vez la selva propiamente dicha. Los viveros de árboles madereros, los árboles de la caoba, el cedro, el aguaje, los irapays, y mil árboles más cuyos nombres nos somos capaces de recordar vimos y abrazamos en vivo. El grupo desbordaba alegría, rozando con la euforia, al punto que alejábamos a los animales de la selva. Nos impresionó escuchar a los monos tocones, las múltiples aves, especialmente los bocholos (macho de una especie de ave que contempla, sin moverse un átimo, como su pareja construye el nido), en otro momento hablaremos del aymama, o el sinti… Pero lo que realmente nos impresionó fue el cruzarnos con el ocelote, el puma de la selva que ataca al hombre, nuestro guía, debidamente armado con su machete, nos señaló en nuestro camino las huellas de una madre que iba acompañada por su hijo. Tras ello, solo por unos instantes, el grupo se cohesionó ligeramente y contemplo en silencio el imponente ejemplar de cientos de años con raíces de palas.
Volvimos a casa, tras un largo camino, y tras varios remozados en lodo fresco de alguno de nuestros compañeros. Las hermanas, y el P. Lorenzo nos esperaban y nos agasajaron con tanta generosidad que queríamos permanecer siempre allí. En la tarde fuimos a la quebrada de Jenaro, lugar de baño natural en el río. En la tarde celebramos la eucaristía, compartimos la oración, cenamos y una larga sobremesa precedió a una rápida cabezadita pues a las tres de la mañana llegaban nuestros compañeros de Madrid, procedentes de Iquitos.
Tras los cambios en el grupo, Adela se queda en Jenaro Herrera y Ana M. se va a Requena, nos despedimos con  cariño de las hermanas.
A las tres menos algo la voz de alarma de la Hna. Estela: “la lancha está en el puerto”, salimos corriendo, también los perros del P. Antonio: boby y toby, allí en lo que en alguna vez fue un puerto dos largas horas de espera ponían a prueba nuestra paciencia. Por fin llega la lancha se bajan nuestros amigos y subimos otros, la bruma es un buen cómplice para tanta emoción. Emprendemos cada uno nuestro camino muy acompañado de sentimientos y de inquietudes.  Por fin ya está aquí todo el grupo de este proyecto, esta aventura, del Verano Misionero que nos ha propuesto la Deleju.
El sueño, aliado de la noche nos ayuda a serenar ánimos. Las confidencias calman la agitación y los miedos de los recién llegados, algunos duermen en los camarotes, otros con melancolía dirigen su mirada a un horizonte cerrado por la niebla y la oscuridad. Poco  a poco se va perfilando el contorno de una de las maravillas de la naturaleza. El río con su fuerza, su tremendo caudal, nos va acercando a nuestro destino. El sol va alejando la fuerza de las tinieblas y va devolviendo la serenidad y la alegría a la creación toda. Esta vez, ya sin Adela (la principal defensora de esta especie) nos acompañan los delfines en nuestro trayecto, especialmente llamativos son los delfines rosados, que esta vez hemos podido contemplar con nuestro incrédulos ojos. La creación nos da lecciones siempre nuevas  de la grandeza y las maravillas de Dios.
Empezamos nuestra segunda etapa en este vicariato de Requena tan necesitado de todos nosotros: profesionales cualificados (médicos, dentistas, oculistas), consagrados (religiosos, sacerdotes). Vicariato a su vez generoso al brindarnos esta oportunidad de conocer las maravillas de Dios, de su creación, de su Iglesia, de sus gentes, de su Obispo, de tantos de sus consagrados.

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