domingo, 19 de agosto de 2012

Una tierra de gigantes
 Enith es una mujer pequeñita, delgada, de sonrisa sempiterna que deja entrever una dentadura que un día no fue suya, con una ropa gastada por el uso pero siempre impoluta. Ella es la secretaria general  de la  Caritas del Vicariato. Testigo a lo largo de estos quince años de la caridad de tantos que ha llegado aquí para tratar de hacer más liviana la necesidad de la gente de esta ribera de ríos Tapiche y Ucayali. Su vida misma es toda una profecía, como lo fue el profeta Oseas para sus contemporáneos y aún hoy sigue interpelándonos a nosotros en nombre del Dios único. Ella mujer, en medio de una sociedad que no se respeta a sí misma en muchas ocasiones, soltera, donde la mujer estrena su fecundidad a una edad muy temprana, bondadosa, paciente, luchadora y sobretodo fiel, en una tierra donde encontrar esto es a veces tan difícil como encontrar una piedra firme.
 Ella nos ha recibido con todo su equipo y nos ha contado la labor de Caritas en los últimos quince años. Con Enith, que mantiene una relación fluida y continua con el Obispo, se presentan Edwin, Robinson, Samuel, Alexis, Antonio. Caritas empezó a trabajar en el año 1991 en un primer momento dependiendo de Caritas Regional de Iquitos. Por entonces se centraba en crédito agrícola: ofrecía herramientas a los agricultores. Posteriormente ofrecía semillas y se enseñaba a sembrar a la población. La creación de piscigranjas, la entrega de un chancho a las familias, de gallinas y otros animales y enseñar su crianza ocupó años de lucha en el trabajo contra la pobreza en esta zona. Estos eran proyectos de fondo rotatorio: si a una familia se le entrega un gallo y cinco gallinas deben devolver al año lo recibido más dos. Con los chancos es igual, se les entrega una chancha grande y al año entregan un animal. Lo recuperado se queda en el municipio, en la comunidad, y se reparte a otra familia que quiera acogerse al préstamo en las mismas condiciones. El proyecto de las semillas y de las piscigranjas funcionó de aquella manera. Los agricultores nunca devolvieron las semillas, acostumbrados a que el gobierno les regale lo mismo y nunca les reclame nada. De los cientos de gallinas entregadas, solo dos personas devolvían a la comunidad un ejemplar. De los chancos igual. A esto se le añade que Caritas tenía que revisar los proyectos y tenía que viajar a lo largo de los poblados durante semanas con el costo que supone el combustible en estas zonas del planeta, a pesar del canon.
 Otro de los trabajos emprendidos era elaborar compos, abono natural, a fin de remediar la escasez de nutrientes de esta tierra lavada. La escasez de animales, el precio de los compuestos químicos, hace necesario el enriquecimiento del suelo. El cultivar plantas en viveros también  era parte de este proyecto. Iba destinado a las mingas a fin de poder enriquecer las chacras. El cambio de la mentalidad de las gentes es lento, no se ven a simple vista los frutos, pero es de los más necesarios para esta tierra y que los mismos trabajadores de Caritas han emprendido y cosechado algún que otro fracaso.
 Año 1997 se transforma el proyecto agrícola en un fondo de minicréditos, ya que las fuentes donantes piden sostenibilidad den los proyectos. Con el fondo agropecuario no se llegaba a obtener. Se entregaba un kilo de semilla, valorado en tres soles, y al entregar el producto que pagase el crédito, el valor que adquría en venta no pasaba de unos setenta céntimos, esto no era sostenible. Pero el sistema del crédito no fue comprendido o aceptado por la gente de la ribera (ríos Tapiche y Ucayali) lo que hace que se traslade la atención de Caritas a la ciudad de Requena. Se pasa de las encomiendas rurales atender a una población más urbana.
 En Requena da comienzo un sistema de mini créditos a pequeños propietarios que piden unos soles para montar una bodega (así llaman acá a los pequeños comercios) en el mercado, créditos destinados a la salud (no existe un sistema de seguridad social como en España),  para la construcción de la vivienda, y también créditos para la educación. Con el tiempo se van firmando acuerdos con la municipalidad, lo que da sostenibilidad al proyecto. Trabajadores municipales podrán beneficiarse de algún mini crédito y una pequeña cantidad de su nómina irá cubriendo la mensualidad de lo recibido.  Son créditos de consumo. Un ejemplo que ilustra esto es el caso de Marilyn que pidió un mini crédito para montar un taller de corte y confección.
 La mayoría de la población del Vicariato es muy pobre. Su economía se basa en una producción de subsistencia, con las dificultades peculiares de un suelo de aluvión, similar a la creciente fértil del Nilo. Solo existen dos estaciones en este lugar de la Amazonía, invierno y verano, tiempo de lluvias y tiempo de sequía, crecente y vaciante. Las zonas ribereñas del río se fertilizan con la creciente, en invierno, y se planta en ellas en la secante, verano. Las variables que existen son muchas, que la vaciante sea demasiado exigua y el agua arrase la cosecha, condenando al hambre durante al menos un año; otra es que el río se lleve la tierra fértil, y el lugar para la chacra sea la otra orilla a unos cuantos kilómetros de distancia. No hay títulos de propiedad sobre estas tierras, sin título de propiedad no hay posibilidad de reclamar un préstamo y sin esta posibilidad es imposible su concesión, ya que los donantes (Caritas Austria, principalmente) piden sostenibilidad. Donde existen títulos de propiedad es en las tierras altas, excepto los árboles maderables que pertenecen al Estado, de las tierras inundables solo dan una constancia de posesión.
 En la región de Loreto, en la que se encuentra el Vicariato de Requena, no hay sistemas de cooperativas, no existe el asociacionismo profesional, menos aún en el sector primario. Esto vuelve más vulnerable a los pequeños propietarios, que venden sus productos a precios irrisorios. El loretano es conformista e inmediatista. No crea redes fuertes que le defiendan de mayoristas sin escrúpulos. Le sumamos la dificultad del transporte del producto, el único medio es el río, junto con la ausencia de silos para el almacenaje, la desaparición de la empresa estatal que compraba el arroz (en tiempos de Fujimori), y llegamos a comprender el subdesarrollo en el que se encuentra la región. 
 Otro de los proyectos en los que se trabaja Caritas es el área sanitaria. Los botiquines comunales es una de las tareas. A cada comunidad se le entrega un botiquín que deben gestionar. En ellos está lo más básico, sueros, desinfectantes, antídotos para las picaduras de serpiente… También en esta área se busca que los botiquines sean autosostenibles. Esto es que los medicamentos se vendan, a un bajo costo, y esto permita reponer el producto. Para ello se nombra a un responsable del botiquín. Esto es un logro para la población de esta zona, la mayor pobreza se concentra en los poblados ribereños. El Vicariato tiene más botiquines sanitarios en funcionamiento que el propio gobierno, es más los botiquines estatales han cerrado en su mayoría. Aquí también la mayor barrera no es el río, ni el verde amenazante de la selva, sino la pobre educación de sus gentes.
 El policlínico de Requena es un gran proyecto del Vicariato. Con la generosidad de muchos se hace posible que otros tantos puedan acceder al derecho más básico del ser humano que es la salud. Por unos cinco soles se puede acceder a la consulta. Aquí según la gravedad del paciente se le atiende o se le desvía a Iquitos, según las posibilidades económicas se le ayuda desde la propia Caritas. Este proyecto no se autofinancia. La doctora y la enfermera son pagadas con los fondos del Vicariato, de otra manera no tendrían profesionales de valía en este apartado lugar del mundo. Desde aquí se atienden a niños en riesgo de desnutrición, madres embarazadas, prevención del VIH (Requena y Yurimaguas se disputan el primer lugar del Perú en número de infectados), prevención del cáncer en la mujer, salud bucal, desparasitación, atención ancianos en situación de riesgo… En este ámbito han colaborado Adela y  María P.E. que contará en crónica propia la impresión de tantos casos como han atendido.
 El policlínico compró una máquina de rayos X, con la que ha estado luchando uno de nuestros ingenieros sin obtener resultados, una gran inversión económica y de repercusión para la salud de la población. No llegó a funcionar ni siquiera unos meses, se estropeó, la llevaron a Lima, con el gasto que ello supone, trajeron al técnico a Requena y aún permanece embalada con no sabemos qué problema. Cómo nos gustaría poder contribuir a su correcto funcionamiento.
 El estado también se ha olvidado de esta región, solo las fiestas cuentan con presupuesto, quizás éstas les hagan olvidarse al pobre de su pobreza al menos por unas horas aunque la vuelta a la realidad sea tan dura como la vida misma. La selva que cuenta con presupuesto es la que ha sido azotada por el narcotráfico o el terrorismo, Vicariato de San Ramón Amazonía alta, lejos de aquí. Quizás nos toque a nosotros recordar a los que Dios ha puesto de esta manera singular en nuestro camino.
 Cada tarde Enith, antes de la misa de siete, va a ver al Obispo, que se encuentra rezando en el banco de siempre, y le entrega las llaves del edificio de Caritas, la casita verde de la plaza. Desde que unos desalmados la atracaron una noche y se llevaron el dinero de Caritas, Enith no ha vuelto a ser la misma persona. Le destrozaron el rostro, le partieron la mandíbula y rompieron sobretodo su confianza en sí misma, mellando solo un poco su esperanza. Estuvo muy grave, le rehicieron su mandíbula, tuvo su boca cosida varios meses, después de los cuales volvió a mostrar a todos su sonrisa en la que se vislumbra su alma. Desde entonces, no puede quedarse en casa con esas llaves y las lleva a quien con tanta sabiduría crea equipos para que transformen la realidad desde dentro. Ella, su equipo todo, son gigantes en una tierra de desafíos continuos. Su entrega y su labor ya han germinado en estas riberas, Dios Padre multiplique con su gracia su esfuerzo.
 

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